5 mar 2011

Madrid-Lanzarote

A la una de la mañana hemos cogido el bus desde el cutre-aparcamiento de la estación de autobuses. Digo cutre porque esta Barcina que quería que Pamplona fuera ciudad cultural 2012 no ha cuidado este “pequeño detalle” para internacionalizar los accesos a la ciudad.

La cosa es que no he visto ni Noáin, porque nada más arrancar el bus, me he quedado como las ceporras, dormida y Juani no creo que haya llegado a Campanas.

A las 3.30 hemos hecho trasbordo en Soria y justo, justo nos han dejado escasos 10 minutos para ir al baño.

Con puntualidad británica hemos llegado a la T4 del aeropuerto de Madrid a las 6.30 y nos hemos ido derechos a desayunar.

A la una del mediodía estábamos ya todos montados en el avión y nos avisado el capitán que no despegábamos porque había algún problema con una de las ruedas, así que hemos despegado, finalmente, a las dos menos cuarto.

Llegar al aeropuerto de Arrecife y ver el sol, ha sido todo uno. Qué luz ¡!!! Y cuando hemos ido hacia el autobús que nos llevaba al hotel, ya teníamos calor.

Al llegar tan justos de tiempo, ha sido estar en recepción y nos han puesto la “pulserita” y nos han enviado al restaurante, porque cerraban la cocina media hora más tarde.

Checking después de comer y a la habitación, donde hemos deshecho las maletas, cambiado de ropa y de paseo hacia Puerto del Carmen.

Hemos ido andando (son 6 kilómetros y medio) para ir viendo agencias de alquiler de vehículos y hemos visto un par, así que mañana nos pasaremos por aquí, después de desayunar y nos alquilaremos un coche pequeño para irnos un par de días de visita.

A la vuelta hemos pillado la “Guagua”, que nos ha dejado cerca del hotel (una mujer nos ha aconsejado coger tarjeta de 12 euros que dice que nos saldrá como para unos 12 viajes. Aquí, cuando subes en el bus, dices al chófer dónde vas a bajarte y cuando pasas la tarjeta, cobra respecto al recorrido que vayas a hacer).

Llegar al hotel e irnos a cenar, tranquilamente, que después de semejante “javierada” hemos hecho hambre.

Un cafecito de postre, sentados tranquilamente en uno de los bares y pronto a dormir, que el día ha sido largo, largo de verdad (con una hora más para dormir, por el cambio horario).

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