Cuando hemos bajado del tranvía, parecía que teníamos gusanillo en el estómago, así que lo prometido era deuda y nos hemos comprado unas patatas fritas con bien de mayonesa y ketchup.
Más tarde, nos hemos escapado al Barrio Rojo para poder ver el museo Amstelkring: una casa del siglo XVII junto al canal, con dos pequeñas viviendas detrás.
Como hemos llegado media hora antes de abrir, han caido unas cervezas y un café en un garito de al lado
Las plantas superiores unidas, esconden una iglesia católica secreta construida en 1663. Tras la Alteración, cuando Amsterdam se convirtió al protestantismo, se construyeron muchas iglesias como ésta.
Hay una estancia que esta dedicada al famoso milagro de Amsterdam, que tuvo lugar en la noche del 15 de marzo de 1345. Un hombre enfermo de gravedad, recibió la comunión y poco después vomitó, el vomito se arrojó al fuego, pero para sorpresa de todos, la hostia consagrada no se consumió y floto sobre las llamas. Este hecho que volvió a repetirse al día siguiente motivó que la sagrada forma se conservara como reliquia y que gran cantidad de peregrinos acudieran a Amsterdam desde muchos lugares de Europa. Actualmente aún se conmemora el hecho y todos los años se celebra la Procesión del Silencio por las calles de la ciudad.
Nos ha defraudado un poco porque está toda en restauración y nos han cobrado entrada, pero en fin,
ha sido la excusa para volver a pasear, pero esta vez con las capas (así, que como imaginaréis, ha llovido menos).
Las calles estaban llenas de gente y al ser domingo pensábamos que todo estaría cerrado (a la mañana, cuando hemos salido a correr, todas las tiendas, incluída la panadería, estaban cerradísimas), pero no, había una especie de maratón de compra en uno de los centros comerciales que si comprabas por valor de 200 euros te regalaban una bici, pero ¿dónde la facturamos? ¿nos volvemos desde Amsterdam a Atarrabia en ella?.
Hemos decidido comer en un restaurante (estábamos siendo demasiado "caseros") y después de aprovisionar nuestro estómago, nos hemos escapado a comprar bulbos de tulipanes al mercado flotante.
Visto todo lo que teníamos que ver, comprado todo lo encargado y querido.... nos hemos vuelto a casa y hemos llegado a tiempo para ver, unos el partido de Osasuna y otros la pelota, aunque por horarios, casi vemos los dos eventos enteros.
Luego ha sido hora de cenar y de preparar maletas. Mañana madrugamos mucho (a las 6,30), así que hemos recogido todo y nos hemos marchado pronto a la cama.
La ciudad ha resultado muy bonita, pero al no acompañarnos el tiempo, se ha deslucido el viaje, así que creo que podrá servir como escusa para volver otra vez, pero en verano.
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