22 ago 2008

Vaya sorpresa de pueblo

Como el tiempo no auguraba nada bueno, nos hemos levantado a la misma hora, pero hemos ronroneado a la hora de desayunar. Maider ha estado escuchando como hemos ido recordando cosas de la infancia: las droguerías: Blanca se acordaba de la Sra. Marisa y yo del Sr. Enrique y coincidíamos en lo de ir a comprar la colonia y la laca a granel. Los chicos se han acordado de cómo iban a comprar atún con una taza, de que las mejores bombas las hacía Jorge y la cantidad de gominotas y chucherías varías que se podían comprar con un duro. Así que hemos salido de casa a las 11 de la mañana con muy pocas expectativas, climatológicamente hablando.

Primero hemos ido a Quimperlé y la verdad es que es un pueblo muy coqueto. Tiene un casco antiguo con unas casas bastante bien conservadas y una iglesia gótica que es un poco especial. Me explico. Desde que entras tienes acceso visual a las tres plantas. Te colocas en el centro de la misma y ves, a la vez, la cripta, la planta baja, donde estás, y una planta superior, en forma de círculo, donde están el altar y el púlpito, con unos cuantos bancos para los fieles.


Como parecía que empezaba a chispear, nos hemos refugiado en un bar medieval de los más acogedor. Las paredes todas de piedra y lo demás todo de madera, con armaduras, escudos… muy chulo.


Al no ser, todavía, hora de comer, hemos cogido el coche y nos hemos ido a Pont Aven y eso sí que ha sido una sorpresa. Conforme íbamos llegado nos hemos dado cuenta que debía ser muy bonita, ya que aún habiendo muchos aparcamientos, nos ha costado encontrar sitio para aparcar. Y vaya si merece la pena. Encima HA SALIDO EL SOL y hemos estado a unos 23-24 grados (el record de estas vacaciones)

Mirar los baños públicos (parece un hórreo):


De camino hacia el pueblo hemos aprendido un nuevo verbo para esta cuadrilla: “aquí no se ronca, se respira profundo” (sino, preguntarle a Blanca, je, je…).

Para comer han caído ostras y langostinos, de entrada y “colgajo” de ternera (sí, sí, eso ponía que era la traducción, un colgajo) para algunos y merluza para otras. Todo acompañado por un blanco Pinot Gris.



De postre nos hemos ido al café del centro del pueblo y hemos tomado cafés varios (antes habíamos entrado en una chocolatería, por eso de lo ligero de la comida, y nos hemos comprado una bolsa de chocolates para acompañar el café)


Todo el pueblo es especial, pero el camino que va hacia el puerto es increíble. ¡Qué casas¡. Como diría Maider: “para qué mirar, si nos vamos a deprimir”.

Nos hemos acordado de María, Beltza, Eneko y Aingeru. De cómo disfrutarían estando con nosotros y en eso, mientras recorríamos el mercado de segunda mano que había camino del puerto (una gracia, que ni os cuento, las cosas que se veían por allí, yo me he comprado un par de revistas de Mary Claire de 1936 y 1937, ¡¡que son la leche!!), va y nos llama María. Me ha hecho, bueno, creo que a todos, mucha ilusión hablar con ella. Hemos quedado que el sábado, cuando lleguemos, la más seguro es que vayamos a cenar al Berkana (si no está de vacaciones) y les llamemos para vernos y echar un pote.

Seguía el buen tiempo y nos hemos tomado una cerveza mientras hojeábamos las revistas y echábamos unas risas.

Hacia las 6,30 de la tarde nos hemos ido a comprar la cena para hoy (aprovechamos que hace buen tiempo para comprar pescado para hacer en la barbacoa): atún en rodajas y sardinas.

Cuando hemos llegado a casa hemos hecho fotos a la casa y mientras unas íbamos preparando maletas, bolsas…. Pedro y Juani nos hacían el atún a la brasa, que estaba de muerte.

Las sardinas no las hemos hecho porque estábamos hasta las cartolas de comida. Hemos visto el final de la película del Señor de los Anillos mientras tomábamos infusiones y cubatas y ahora, a las 23,13, ya nos vamos a dormir, que estamos bastante cansados y mañana toca día de cierre de vacaciones

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