ROCAMADOR Y BEYNAC

A las 7 de la mañana Juani ha hecho fuego y nos hemos ido a correr 5 kilómetros muy a gusto.

Al llegar, Blanca, Txus y Pedro ya estaban preparando el desayuno, así que nos hemos escapado a duchar, para luego ponernos, a mesa puesta, un copioso desayuno.

Para las 9.30 ya salíamos hacia Rocamador y gracias a que hemos ido con tiempo porque el TomTom nos ha llevado por unas carreteras que ni las peores comarcales de Nafarroa. Lo mejor es que la entrada al pueblo ha sido desde el frente, con lo cual la vista ha sido espectacular

Eso sí, esta vez el tiempo ha sido perfecto, buena temperatura, pero sin agua (Leire y Garikoitz hubiesen agradecido verlo así).

El paseo, como veis, desde la iglesia hasta el pueblo, ha sido muy entretenido.

Cuando llegábamos a la calle principal hemos localizado la heladería donde tomaremos el postre.

Juani ha reservado restaurante (Les Jardins de la Louve) para comer para las dos menos cuarto, así que mientras llegaba la hora, nos hemos ido a dejar los “mocos” en los escaparates, ver el pueblo tan bonito que es Rocamador y a ir haciendo hambre.

Llegada la hora los chicos han pedido confit, carne y pasta carbonara y los mayores pizzas varias, cazolettes, bistec… todo regado con panachés, cervezas y vino y unas cuantas gotas de lluvia (no nos hemos mojado porque nos han puesto el toldo).

Cafés y no postres, canción de los chicos, de no sé qué de “cipote”

y cuando salíamos hemos visto que había wifi gratuito, así que hemos descargado los correos en el móvil y

rápido hacia la heladería (cuya dueña habrá hecho el agosto con nosotros, pero se lo ha currado: diecisiete personas pidiendo diecisiete tipos de halados y granizados).

Cuando hemos hecho el Vía Crucis (no por largura de recorrido, sino porque el camino es el viacrucis de Rocamador y coincide que es viernes santo, con lo cual había unos cuantos feligreses haciéndolo) ha empezado a llover sin consuelo, así que nos ha tocado correr los últimos metros para llegar al coche.

Cambio de recorrido para volver a casa. Tres tormentas de granizo de las que asustan (hemos pasado por un puente con tanta agua que las crías creían que el nivel del río había llegado hasta allí) y como íbamos con tiempo y el sol ha salido a pasear, hemos parado en Beynac.

Cervezas gigantes, cafés, gusanitos de los críos y

tropecientes millones de veces explicando que la red wifi gratuita era la HDC…. Iker ha sido el último en preguntar… pobre, no se había enterado y hemos hecho unas risas a su costa.

Como nos quedaban veinte minutos de parking, hemos subido el Turmalet

hasta el castillo y las agujetas, dolores de riñones y demás dolencias, se han hecho evidentes.

Llegar a casa y preparación de cena: ensaladas, lomo con tomate o pimientos (Pedro por pocas nos deja sin los productos rojos, no puede evitar comérnoslos todos) y a dormir, pero con mucho aire y lluvia en la calle.