Cuando estábamos en Noáin, y después de haber pasado el control policial, Juani se ha dado cuenta que no había sacado la navaja de la mochila, así que hemos viajado con ella en el avión sin ningún tipo de problema (es el único control que hemos pasado hasta llegar a Boston).
Al llegar al aeropuerto de Barajas, el embarque ha sido cutre, cutre. Eso que viajamos con Iberia. Nos han hecho esperar mucho tiempo en el tunel de acceso al avión, en vez de habernos dejado sentados fuera, pero la GRATA sorpresa ha sido que sólo viajábamos 53 pasajeros en un avión para 270 personas (para una vez que habíamos facturado el día anterior y nos habían dado billete al lado de la salida de emergencia....). Hemos dormido, a pierna suelta, durante todo el trayecto.
En Bostón los controles de rigor. Que si huellas dactilares, que si fotos.... pero sin más. Ya sabíamos que existían ese tipo de controles. Las maletas bien y a tiempo.
Marta nos estaba esperando y me ha hecho mucha ilusión verla. Eso sí, la hemos visto muy abrigada y hemos deducido que el frío era importante. Y sí, cuando se han abierto las puertas de acceso a la calle, el aire nos ha dado de frente.
Hemos llegado a su casa en un santiamén y el resto de la family nos ha recibido con honores. Qué bonito verlos a todos de nuevo.
Estamos cansados, así que después de una suculenta cena, nos hemos ido a la habitación de los dueños... que como véis, es super acogedora,
y a dormir, que seguro que pillamos sueño enseguida.
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