Cuando nos hemos levantado nos las hemos prometido felices con el tiempo, pero conforme el café desaparecía, las nubes y las tormentas se iban acercando.
La cuestión es que cuando hemos ido al mercado de Sarlat, ha estado lloviendo, pero no sólo agua, sino agua-nieve.
Hemos llegado y hemos aparcado un poco alejados, pero nos hemos pertrechado y nos hemos lanzado a la aventura.
¡¡ Vaya mercado !!!, nada que ver con el de Domme. Este es muy grande, con la calle principal abarrotada de puestos y las callejas aledañas, otro tanto de lo mismo.
A Garikoitz lo hemos tenido de catador oficial en todos los puestos. Ha comido, desde pastel de nuez, y pastel de avellanas, pasando por paté, quesos varios, salchichón…. vamos que el hamaiketako le ha salido redondo.
El cielo se iba despejando y hemos aprovechado para volver a hacer el recorrido de todo el mercado, parándonos a ver cosas tan extrañas como magret relleno con foie, cuello de oca, relleno y sin rellenar….. cualquier parte del pato o de la oca que os podáis imaginar estaba a la venta (no seáis retorcidos, las plumas no).
Después de hacernos varios kilómetros, nos hemos ido camino de Gouffe de Proumeyssac, unas cuevas espectaculares (la misma espectacularidad que mi miedo de entrar en una cueva).
A Garikoitz lo hemos tenido de catador oficial en todos los puestos. Ha comido, desde pastel de nuez, y pastel de avellanas, pasando por paté, quesos varios, salchichón…. vamos que el hamaiketako le ha salido redondo.
El cielo se iba despejando y hemos aprovechado para volver a hacer el recorrido de todo el mercado, parándonos a ver cosas tan extrañas como magret relleno con foie, cuello de oca, relleno y sin rellenar….. cualquier parte del pato o de la oca que os podáis imaginar estaba a la venta (no seáis retorcidos, las plumas no).
Después de hacernos varios kilómetros, nos hemos ido camino de Gouffe de Proumeyssac, unas cuevas espectaculares (la misma espectacularidad que mi miedo de entrar en una cueva).
El recorrido hacia allí ha sido, otra vez, acompañado de agua y más agua. Como sabíamos que cerraban de 12.30 a 14.00 horas, hemos parado a comer y hemos catado las delicias de pato que cocinan por esta región (sí, sí, Leire y Garikoitz también, y lo bueno es que no les sabía raro y que les ha gustado, de verdad, incluso llevan alguna que otra lata para allí).
Después de un café aguachirri-aguachirri, y con más miedo que otra cosa, nos hemos ido a la cueva y cuando hemos ido a comprar los tickets, nadie nos ha comentado si queríamos subir o no en la “canasta-ascensor” y nuestra desilusión ha llegado cuando estando dentro de la cueva hemos visto cómo otras personas descendían en ella a 50 metros de altura (en mi caso encantada de la vida de salir pitando del lugar, he pasado un mal rato teniendo que pasar entre estalactitas agachada y muerta de miedo).
La excursión ha sido un poco accidentada, ya que no les funcionaba la luz y hemos estado 10 minutos a oscuras, incrementando mi pequeña angustia, pero bueno, cuando ha empezado el espectáculo, se me ha olvidado todo y he disfrutado de la cueva.
Al salir hemos decidido ir a hacer las últimas compras para llevar a casa y de vuelta al pueblo de Monfort hemos parado a hacer unas fotografías del castillo, desde lejos, que es propiedad privada y no se abre nunca al público.
Juani ha cambiado su Passat por un nuevo modelo de Volkswagen, aquí va la foto de su nueva adquisición….