3 ago 2007

Minas de sal

Hoy nos hemos pegado una "pequeña" camada y hemos amanecido a las 9 de la mañana. Después de la auto-elaboración del desayuno (con Pedro como camarero, "a su servicio siempre", "como Pedro por su casa") hemos pillado un bus-camioneta, que en 30 minutos nos ha dejado en las Minas de Sal. (Mari, si que baja gente discapacitada en silla).

"Vaya experiencia la mía", me tome 5 pastillas "antiklaustrofovik 750 mg" y pase el examen con nota.

Bajamos 364 escalones y comenzamos la visita de las profundidades en busca Del Dorado (siguen con la mala costumbre de pintar en las paredes).

Nos toco un guia muy simpático, pero nuestras clases de polaco no llegaban al nivel y nos reíamos a destiempo (Ahhhhh !!!! si tuviéramos a Darek y de paso a la Obregón para adobarla en sal).














Bueno, la subida en ascensor, apoteósica, tan corta como dura e intensa, parecíamos boquerones en lata.



Comimos la famosa sopa servida en sopera de pan, que no nos la comimos (la sopera) por vergüenza (excepto Juani que le dejo una hosca de incisivo superior). De segundo carnes varias y de postre nos decantamos por crepes con nueces en vez de "Freta Fruska" (vocablo producido gracias a la bola de pan que me desvió el nervio del entender).




La vuelta contó con 20 minutos de siesta de algunas, mientras otros DECÍAN que guardaban las mochilas.

Visitamos el barrio judío, compramos tapones para los oídos (que a Blanca no le vienen bien porque se le caen) porque los ronquidos de algunos se oyen hasta en Atarrabia (dígase Txema, Juani y la propia Maider).

Nos despedimos de Cracovia cenando pizza en un italiano y después de coger las mochilas y "colarnos" en el tranvía, nos metimos en el tren-hotel y a la 1 de la madrugada llego el "Passport Control" que nos desvelo a todos excepto a uno, quien sera?..........

Traqueteo tras traqueteo, llegamos a la encantadora ciudad de Praga, pero eso es otro día.

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